El puerperio es eso que pasa mientras estás haciendo “cosas”

Llevaba unos días sintiéndome muy removida.

Todo empezó al salir de una sesión particularmente compleja con una consultante. Hablamos sobre algo más de una hora de trauma complejo y de más de 20 años de violencia sexual. Normalmente respiro y recoloco lo que recibo en su contexto, agradezco a mi cuerpo y a mis emociones y registro. Ese día, como buena humana que soy, encendí el piloto automático y desconecté de ese momento buscando en la evitación una respuesta. No me sentía capaz de dar cabida personal a ese sufrimiento en ese momento. Ya lo retomaría el lunes. 

Después pensé que me había estado sintiendo removida por estar menstruando. La última vez que tuve molestias en el momento de menstruar fue hace casi 30 meses. Sinceramente, me pilló de sorpresa.

El día siguiente llegó el “Día de la Madre” y a mí este día me genera conflicto interno. Cómo el 8M. Un conflicto de esos que te motiva a seguir en la lucha. Un conflicto que te impulsa a amar ciertas celebraciones pero que te hace ser la activista molesta que corta el rollo por recordar que basta de celebrar y que es hora de luchar

Y de repente llegó el lunes y, después de una mañana de preparación de casos clínicos, veo esa playlist que hice en el postparto. ¡Ostras! Ahí estaba. La razón de sentirme tan removida, tan emocionada, tan vivencial, era el recordatorio corporal del nacimiento de mi criatura.

Ese lunes mi criatura cumplía 18 meses. Que son 2 exterogestaciones, que es una vuelta y media al sol. Y es la primera fecha clave en la que yo no podía amanecer con él. 

Tengo muy trabajada la culpa maternal, la reconozco y la recoloco. Le doy las gracias por mostrarme qué es lo que me importa. También recoloco la ira contra el sistema patriarcal, la comparto con mis compañeras activistas. Pero más allá de todo eso, me doy cuenta de que lo más vivencial tiene que ver con esa memoria corporal que tienen nuestros cuerpos.

Porque ya tenemos evidencia que nos habla de que nuestros cuerpos sienten ese periodo de exterogestación. Y es que yo creo que también sienten el momento en el que hay un hito de independencia en nuestras criaturas. En el caso de mi hijo, comenzar a andar. 

Acepto, recoloco. Me permito soltar. Abrazo a mi criatura y le susurro al oído cosas que serán compartidas solo entre nosotros. Vuelvo a aceptar. 

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