El síndrome adolescencia
¿Por qué queremos ser diferentes a nuestros padres?
Cuando me preguntaron por qué los niños quieren ser diferentes a sus padres, me quedé delante de la hoja en blanco, con el bolígrafo en la mano, pensando que la respuesta era obvia: la adolescencia.
No quiero aburrirle con cosas que usted ya sabe. Ya conocemos los factores que explican el comportamiento adolescente: cambios en el desarrollo neural, hormonal, cognitivo, etc. Sí, son cambios, desarrollo humano. Y de esto ya se ha escrito mucho (un vistazo a la Wikipedia y ya está servido).
Llevo años trabajando con adolescentes de todo tipo, de distintas clases sociales. He visto lo inimaginable. Pero hay algo que une a todos ellos (aparte de las hormonas). Y si alguien me volviera a preguntar el por qué de la adolescencia, qué factor de entre todos esos hace que queramos ser diferentes a nuestros padres, respondería que la búsqueda de sentido y la conciencia del ser.
La adolescencia es esa etapa en la que adquirimos conciencia de lo que ocurre alrededor. Hasta ese momento, tenemos recuerdos de la niñez en la que confiábamos ciegamente en lo que nos decían papá o mamá porque ellos eran la figura de referencia, los adultos, los grandes. Y ya se sabe que quien es más grande, siempre tiene razón. Y de repente llega la adolescencia y empezamos a ser más conscientes de ese crecimiento (en todas las acepciones del vocablo). Así que es normal que empecemos a plantearnos si esas pautas, que hasta ese momento habíamos acatado sin dudar, siguen siendo válidas. Porque ahora entra en juego el ser consciente de nosotros, de nuestro cuerpo, de nuestro pensamiento y es el momento de buscar un sentido a todo lo que sucede alrededor.
Es precisamente esa búsqueda de sentido, de reafirmación de nosotros mismos lo que nos lleva a poner en tela de juicio nuestro cotidiano. De ahí que los adolescentes también busquen la afirmación entre el grupo de pares, porque son otros como yo, que también buscan su sitio y a sí mismos.
Así que si me preguntaran de nuevo por qué queremos ser diferentes a nuestros padres, diría que todo empieza en la adolescencia. Es el momento en el que adquirimos conciencia del yo y empezamos la búsqueda de un modelo que nos sirva, con el que nos sintamos a gusto, nuestro modelo de vida y es el momento en el que deseamos ser distintos, únicos y originales. Irrepetibles.
¿Cuánto dura esta etapa de rebeldía?
Para algunas personas, toda la vida. Aparte de bromas, distinguiría dos etapas diferenciadas.
La primera etapa es lo que Knobel y Aberastury llamaron Síndrome normal de adolescencia, es la etapa en la que esa búsqueda de sentido (manifestada en rechazo por el sistema establecido o por los principios impuestos hasta el momento) se expresa claramente. Esta etapa varía de persona a persona. Los estándares hablan de una franja de edad de los 10-12 a los 19-20 años.
La segunda etapa engloba el resto de nuestra vida adulta. Nunca dejamos de buscar, de interrogarnos sobre nosotros mismos, de querer saber quienes somos o cómo nos estamos construyendo a nosotros mismos. Lo hacemos con muchas de las decisiones que tomamos durante nuestra vida adulta (¿me mudo o no me mudo? ¿le digo la verdad o no? ¿voy a aquella boda? etc.). Son todas preguntas que hacen referencia a nuestros valores, a nuestras creencias, al quién y cómo queremos ser. Durante nuestra vida adulta nos planteamos si seguir el modelo establecido (aprendido de nuestros padres, de los adultos que nos rodeaban cuando estábamos creciendo) o mandarlo todo a tomar por saco y hacer algo distinto.
- Nosotros, padres.
Claro, el problema es cuando uno se convierte en padre y le toca tratar al adolescente. Nos sorprendemos a nosotros mismos haciendo con nuestro hijo adolescente lo que siempre detestamos que nos hicieran nuestros padres. ¿Cómo evitarlo?
No me gustaría adoptar ahora una posición determinista, diciéndole que el estilo de crianza que nuestros padres adoptaron con nosotros se fija a nivel cognitivo, inconsciente si quiere llamarlo así, haciendo muy difícil que las cosas puedan cambiar.
Así que le diré algo distinto. Partamos desde la base: cuando nos crían, cuando crecemos en un hogar, existen ciertas reglas y pautas a seguir (esas a las que usted seguramente se rebeló cuando era adolescente). Estas reglas están fijadas en su memoria y surgirán de forma automática cuando le toque tomar una decisión como respuesta a la conducta de su hijo adolescente. Es en ese momento cuando tenemos que poner en acto toda nuestra creatividad: ser conscientes de que estamos haciendo algo que no nos gusta hacer con nuestro hijo es el primer paso para corregir nuestra conducta y hacerlo mejor.
Querría finalizar con otro punto esencial: su hijo busca su sitio en el mundo, acaba de empezar su propia búsqueda del yo. Nuestro trabajo como padres es guiar, sugerir, ayudar. Educar en el error no es errar.
Como a los psicólogos se nos acusa de ser demasiado generalistas y de hablar del etéreo, demos algunas pautas concretas:
En primer lugar, no se martirice si repite la misma conducta que detestó ver en sus padres. Errar es de humanos y usted lo es. Recuérdelo.
Segundo: sea consciente de su estilo educativo como padre, de sus objetivos respecto a la educación de sus hijos y de sus errores como padre.
Tercero: Está permitido lamentarse durante cinco minutos haciéndose preguntas del tipo: ¿por qué puñetas tengo que repetir lo mismo que mis padres hicieron conmigo? ¿por qué hago lo que dije que nunca volvería a hacer? Después de los cinco minutos de rigor, si no le sigue gustando su propia conducta como padre, modifíquela.
Cuarto: recuerde que su hijo es un adolescente que busca su proprio camino, su espacio, a sí mismo. Nuestra tarea es ayudarlo, no limitarlo. Esto tampoco se llama laissez faire, se llama ser asertivos.
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Hace ya un rato que mandé este boceto a Arantxa Herranz, cuando iba a la búsqueda de un artículo remix entre tecnología, adolescencia y genética parental. El artículo completo puedes leerlo aquí.
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¿Más? Textos de referencia:
- Aberastury, A. y Knobel, M. y (1977). La adolescencia normal, un enfoque psicoanalítico. Buenos Aires: Paidós Educador.
- Frankl, V. E. (2013). El hombre en busca de sentido. Barcelona: Herder.
- Fromm, E. (2008). El miedo a la libertad. Barcelona: Paidós Iberica.
- Temática: Teoría del desarrollo psicosocial, Erik Erikson.