¿Desempleado? No, gracias.

Hola desempleado. Sí, eres un parado más, uno de los que a día de hoy forma parte de ese tanto por ciento de la población que no sabe qué hará ni cuándo encontrará trabajo. Estás cansado: vas de tienda en tienda llevando tu currículum y has cambiado dos veces de ratón porque el click se había roto de tanto usarlo respondiendo a ofertas. Llevas así algunos meses o incluso años. Escuchas como tu familia, tus amigos, tu círculo cercano y hasta los colegas que encuentras por la calle te repiten que a lo mejor podrías hacer más o que a ver cuándo acaba esta situación. ¿Y Si yo te dijera hoy que tienes un disfraz, una máscara, un filtro que no te permite ver la realidad de otra manera?

Verás, el ser humano (tú, yo, tu novia, tu novio, tu colega el del bar, …) necesita etiquetar. Esto significa que necesitamos ponerle nombre a las cosas y saber por qué, cómo, cuándo y por qué. Este proceso de etiquetado no es en sí algo erróneo; al contrario, nos da serenidad y nos aporta sensación de control cuando debemos enfrentarnos a una situación de incertidumbre. ¿No es cierto que decir “estoy en el paro” calla fantasmas y es una respuesta cuando alguien habla sobre cuestiones laborales? Ahora, párate y dime: ¿qué significa esa etiqueta que te has/han puesto: desempleado?

Desempleado: sin empleo, a falta de empleo, no empleado. Empleado: que trabaja, que se ocupa de algo. ¿Todavía no te has dado cuenta? Desempleado significa inactivo, inmóvil, pasivo. Sin embargo, empleado te hace pensar en alguien que hace algo, cualquier cosa, que se mueve, que está activo. Eso es, a veces las etiquetas que nos ponemos nos inmovilizan y nos encadenan, no nos permiten ver más allá de lo que podemos hacer.

Esto que te cuento se llama profecía autocumplida o profecía autorrealizada.. Un ejemplo práctico: si cada mañana te levantas pensando que eres un desempleado más, alguien que no consigue encontrar trabajo a pesar de todos sus esfuerzos y que ni siquiera ese día lo encontrará, el resto de tu jornada será exactamente así. Ese autoetiquetado: “no valgo, no lo conseguiré, no me sucederá” hará que todas tus acciones se encaminen hacia ese resultado. Ese autoetiquetado, que tanto conforta, se acaba convirtiendo en tu peor enemigo porque no consigues salir de ese círculo vicioso y de ese concepto de inactividad, de no sentirte útil, de noes y excusas. Ese autoetiquetado acaba inundándolo todo y acabas presentándote a una oferta de trabajo descuidado y mal preparado porque “ya sé que no me van a contratar”. Y piensas: ¿para qué hacerlo de otra manera si nada va a cambiar?

Sé lo que estás pensado: Rosa me quiere vender un caramelo diciéndome que si cambio el nombre a en búsqueda activa de empleo en Linkedin, el trabajo aparecerá por arte de magia. No, cambiarte el apellido en Linkedin no hará que te contraten pero asumir que la búsqueda de trabajo es un trabajo en sí, que eres una persona con habilidades, competencias, actitudes; una persona válida capaz de realizar ese trabajo que llevas buscando tanto tiempo y que lo harás de una manera excepcional, te ayuda a afrontar tu búsqueda de empleo desde una perspectiva distinta. De manera imperceptible, las cosas cambiarán: de implicarás activamente en tu búsqueda de empleo y en tu propia vida y ese cambio se reflejará a 360 grados. Y lo más importante: márcate un objetivo. ¿Sabes por qué? Porque a las empresas les interesa contratar a alguien activo, con una meta, que se implica y no a aquellos que buscan trabajo sentados en la silla haciendo click compulsivamente en Infojobs.

Esto que te cuento tiene otro nombre: profecía autofrustada. Cuando te rebelas antes las tasas de paro, ante los comentarios de mal augurio que te dicen que no vas a encontrar trabajo porque la cosa está muy mal y cambias de actitud: te implicas en la creación de un CV, en cuidarte a ti mismo, en hacer actividades que permitan mantenerte activo, …, las cosas cambian. ¿Lo mejor? Las cosas no cambian por sí solas, cambian porque tú has cambiado.

La cuestión de la profecía no acaba aquí… Ahora te propongo un ejercicio: ¿te apetece hacer un mapa de empatía? Este mapa de empatía habla sobre ti, tú eres ese hipotético Carlos. ¿Qué oyes? ¿Qué ves? ¿Cómo estás actuando en función de eso? A estas alturas también te habrás dado cuenta de que la profecía autocumplida también funciona desde fuera, es decir, lo que te dicen los demás también condiciona de cierta manera tus expectativas, tu comportamiento y los resultados que obtienes de él. Este tipo de profecía autocumplida se denomina Efecto Pigmalion. ¿Te apetece saber más? Consulta este vídeo.

En resumen: autoetiquetarte como desempleado, como parado o cualquier otra cosa relacionada con la inactividad en el mundo laboral te conduce inevitablemente a una profecía autocumplida. La mejor manera de evitar esto es con una profecía autofrustrada, cambiando las etiquetas que te pones a ti mismo y siendo protagonista activo de tu propia búsqueda de empleo. Y cuando los demás intenten autoimponerte esas etiquetas que tan poco nos gustan, acuérdate del Efecto Pigmalion y no olvides quién eres y cuál es tu objetivo.

 

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