6 cosas que recordé en esta des-conexión
Ya son varios días que S. está aislado al dar positivo en COVID así que bebé y yo nos hacemos compañía en el transcurrir de los días. Pasar 24hs. unida a otro ser humano piel con piel implica aislarte de cierta manera de lo que ocurre en redes sociales o en la calle. En definitiva, de cualquier otro mundo que no sea el juego, el pañal y la teta.
En este periodo, entreveo de nuevo la importancia de los periodos de des-conexión (y conexión a otro nivel), aunque el motivo no haya sido elegido.
¿Qué nos ha recordado el COVID esta vez?
- La importancia del autocuidado, que empieza por agradecer a nuestro cuerpo y nuestra mente la presencia y la existencia. ¿Cuántas veces nos olvidamos de acariciarnos, estar presentes y agradecernos el estar y el ser?
- La necesidad de las rutinas, para hallarnos en tiempo y espacio y afrontar las horas con alegría y optimismo. Aunque el estado original de la materia sea el caos, como especie necesitamos de ritmos y horarios para no descompensar. Y esta barrera se desdibuja fácilmente en situaciones de aislamiento.
- La concesión de espacios de descanso y desconexión física y mental. Es agotador vivir con una criatura 24 hs., de ahí la importancia de descansar cuando ella lo hace y concedernos esos tiempos para respirar.
- El aceptar las emociones, las que vengan. Estos días me he permitido aceptar el vaivén de emociones que me inundaban (enfado, alegría, tristeza, resignación, agobio, pena, curiosidad,…), todas amplificadas por el cansancio.
- La conexión. Saborear los pequeños momentos cotidianos que tantas veces hacemos como por inercia (comer en familia, el cambio de pañal, la siesta, el momento del juego, el momento del baño), aprender a valorar el tiempo compartido juntos y no considerarlos “un trámite”.
- Valorar que la productividad en el maternar no se mide por el número de caracteres ni por las cifras de la nómina. Esa sensación de “hoy no he hecho nada, qué día tan improductivo”. Recuerda que esa labor es la más importante de todas: criar, cuidar, asegurar un espacio estable y ser hogar para alguien.