Presentes y abundantes

Hace unos días vi una publicación en una red social de una cuenta que sigo desde hace tiempo. En resumen, era un reel que venía a decir que nos cuesta disfrutar de nuestras criaturas porque no estamos presentes ni abundantes. Y no lo estamos porque nos pasan cosas o tenemos necesidades no atendidas. Por lo tanto, la solución son el autocuidado y la presencia. 2900 likes tenía esta publicación. Y casi 27k el número de followers.

Qué queréis que os diga, a mí me resultó una patada en el estómago. Vamos por partes.

Todas las personas tenemos necesidades no atendidas y las tenemos de forma continuada. Podríamos hablar de necesidades “secundarias” y de necesidades “básicas”. Las necesidades básicas serian las que nos llevan a sobrevivir. Recordemos la base de la famosa pirámide de Maslow. Las que añaden un plus nuestra vida serían todas las demás.

¿De dónde vienen estas últimas? De la búsqueda de confort. Las tenemos porque la mayor parte son heteroimpuestas, por lo que se nos vende y crea en redes sociales, en los medios, en la publicidad, … Y también por la carga simbólica que tienen nuestros contextos culturales y los aprendizajes que hemos ido realizando en la vida. 

Un ejemplo práctico. Supongamos que tenemos dos familias: una que tiene necesidad de comer por pura supervivencia y otra que tiene necesidad de comer en un restaurante Michelín porque he aprendido que es algo apetecible o atractivo.

Ya estoy llegando al quid de la cuestión. Si puedo permitirme lo segundo, es que estoy en una posición de privilegio. Esto no es ni bueno ni malo, que no es cuestión de criminalizar. Simplemente significa que va acorde con mis intereses y que es algo que me puedo permitir y puedo priorizar. Estoy en una posición de privilegio respecto a alguien que tenga que conformarse con una ayuda de urgencia social de 40€ de supermercado.

La cuestión es que en ambos casos, esas familias pueden tener criaturas y, además, pueden tener una inquietud real por la crianza de las mismas. Pero resulta que cuando ambas están con sus criaturas, la posibilidad de estar “presentes y abundantes” a unas se les es negada. Porque lo que ocupa tu mente es poder llegar a fin de mes pagando todas las facturas, poder alimentar de forma saludable a tus criaturas y que te renueven en tu trabajo porque eres el único sueldo que entra. ¿Veis dónde quiero llegar?

Es que quizá tenemos que cambiar el foco y no dirigirlo a las madres ni a los padres. Igual hay que dirigir el foco al sistema social imperante. Porque la culpa de mi precariedad y de mis necesidades (básicas) no cubiertas son las condiciones de mierda de mi trabajo, que mi sueldo no se equipare a la continua subida de precios de los alimentos básicos y que tenga que tener dos trabajos para mantener a mi familia.

Otro día, si eso, hablamos de la falta de derechos sociales, de cómo nos han enseñado que producir es sinónimo de éxito o de cómo se criminaliza la pobreza equiparando el tener menos con no esforzarte demasiado. Basta.

Es decir, no dejo de estar “presente y abundante” por estar pensando en el Restaurante Michelín, lo hago por mera supervivencia, porque me preocupa lo más básico.

Y es que estos discursos, que parten de una posición de privilegio, me parecen graves. Porque el mensaje que estamos mandando es: “no cuidas ‘bien’ porque no estás a lo que estás”. ¿Me explicas cómo hacerlo si no sé si podré pagar la factura de la luz? ¿Cómo me “autocuido” si sé que me van a largar del trabajo? Es que cuido como puedo con las herramientas que tengo. Las redes sociales están al alcance de todas las personas (es una forma ideal de crear necesidades) y estos discursos, para mí, generan dolor y sufrimiento. Porque al que le duele es al que no llega, al que le faltan horas en el día y dinero en el banco. Y la que da likes es porque parte de una posición de privilegio.

La responsabilidad de nuestra salud mental, de nuestras necesidades insatisfechas y del sufrimiento personal no es sólo de cada quién. Miremos alrededor, miremos la construcción social, las condiciones en las que vivimos y cómo estamos en soledad a pesar de tener una ratio de población altísima por metro cuadrado, 

Finalmente, me parece útil recordar que los pensamientos, los estados internos, no pueden “evitarse”. no desaparecen. Podemos aprender a vivir con ellos pero la única manera de estar “abundantes y presentes” es que todos tuviésemos una jornada laboral de 30 hs., con un sueldo digno, una vivienda en condiciones y el estómago lleno.

Somos responsables de lo que compartimos y creamos en redes. Miremos los propios privilegios.

Por cierto, aprovechemos estas fiestas para estar más presentes, aunque lo de la abundancia se nos haga cuesta arriba 😉

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