La poesía de las pequeñas cosas
Estos días le he estado dando vueltas a la relación que existe entre la psicología ambiental, el uso-re|uso-reciclo de estructuras, la poesía y el trabajo del educador.
¿Existe una mejor manera de educar? ¿Cuáles deben ser los valores del educador? ¿Qué actitud y pensamiento debe tener el educador frente a la vida? Entre otros pensamientos, a veces caigo en la cuenta de que el mundo, la vida, están entrelazados como si fuera una melodía o una poesía, con un delicado equilibrio que mantiene las cosas en su sitio. La educación encuentra, entre sus bases, el respeto. El respeto por los pequeños microespacios y microequilibrios de los demás y del medio en el que nos desenvolvemos. Si el educador no se gira a mirar, no se para a reflexionar sobre los equilibrios, difícilmente llegará a respetarlos y, en consecuencia, a educar en el respeto. Un ejemplo tonto pero práctico. Dentro del microequilibrio de Michele está el levantarse a las 07:05. Cuando se le despierta a las 07:00, tiene un día de perros. Sin embargo, cuando se le despierta a las 07:05, el día luce con más sol que nunca. Hace tiempo que decidí despertarle a las 07:05. El microcosmos de Michele está en esos 5 minutos. Si no me hubiese parado a observar, intentar comprender y respetar, los días de Michele serían aún un poco grises.
¿Hacia dónde está caminando el mundo? El mundo está formado de personas. Y las personas estamos desarrollando cada vez más esa habilidad para aislarnos. Vamos en el metro con el Ipod, abstraídos en el micromundo que nosotros mismos hemos creado gracias a iTunes. No nos permitimos la capacidad de sentir el medio en el que nos desenvolvemos: sentir el traqueteo del tren bajo nuestros pies, el aire entrar por nuestra nariz en cada respiro, el sonido del viento en las hojas o las voces de las conversaciones en el autobús. Aún más, a veces llegamos a depender de esos micromundos que nos creamos y se vuelve insoportable el silencio del bosque cuando atardece. El problema es que el futuro es la apertura al mundo, la creación de lazos con los otros, el desarrollo de redes. Y nosotros aquí, aislándonos.
¿Dónde está la poesía? Las pequeñas cosas que nos rodean tienen su historia y tienen mucho que decir. Hace un par de días, en uno de los encuentros del Proyecto Grundtvig, visité la prisión de Liubliana (Eslovenia). La prisión, en el pasado, fue un convento de monjas. La estructura, rehabilitada, ha permanecido intacta (pasillos, habitaciones, cocina, …). En Florencia (Italia), un antiguo convento de monjas fue también rehabilitado hace unos pocos años. Ahora es una biblioteca abierta más de 12 horas al día que ofrece una gran cantidad de servicios gratuitos y se ha convertido en poco tiempo centro cultural y artístico referente en la ciudad. Dos estructuras con el mismo uso (un convento de monjas) han desarrollado un uso totalmente opuesto. En un caso en centro cultural y, en el otro, en lugar de reclusión. Si no encuentran la poesía (y la ironía) en esta comparación, avísenme.
Gracias compañera 🙂
Esta biblioteca es digna de un paseo Fajalaucrítico. Me gusta tu poesía y descubrirte poco a poco como educadora. Aprendo.