La otra manera (práctica) de abordar las cosas
Hoy me he encontrado con este artículo de Bárbara Alpuente y me ha venido a la mente la historia de la Psicología Positiva que va ligada mediáticamente a la Inteligencia Emocional.
A los psicólogos nos encanta investigar y desarrollar teorías. Quizá por eso hay tanta literatura relacionada con las emociones. De hecho, nos encanta tanto que la mayor parte de las veces nos abstraemos en el análisis y abordamos las emociones y otros temas como algo ajeno a lo más intrínseco del ser humano. Llegados a este punto, las emociones pasan a ser algo más que abstracto y entramos en discusiones que recuerdan más a las de Descartes cuando escribía grandes tratados sobre el alma que a un asesoramiento psicológico.
Sin embargo, no está de más recordar que una de las grandes motivaciones de los psicólogos por excelencia es la de ayudar al prójimo (la diferencia entre un sacerdote, un scout y un psicólogo la dejamos para otro día) y quizás nuestra formación es la que nos da las alas para hacerlo de una manera en la que un no iniciado se perdería. Y para ayudar al prójimo no necesitamos tanto grandes manuales como ponernos manos a la obra. No me refiero a elaborar consejos para todos o escribir un blog (nota: no hay nada que sirva para todos porque cada uno tenemos nuestra propia peculiaridad) que, por otra parte, ya hay bastantes en el planeta. Me refiero a compartir buenas prácticas o argumentar de una manera genial la otra manera de hacer las cosas a modo de propuesta.
Por eso me encanta el artículo de Bárbara Alpuente, porque de una manera accesible para todos nos da su punto de vista sobre eso mismo: que hay otra manera de hacer las cosas, hay otra manera de sentir y hay otra manera de vivir. Y después, con todas las posibilidades, nos toca decidir cuál nos conviene más. Y si falla, siempre podemos ir al psicólogo.
Con esa convicci n deben egresar los estudiantes de las universidades e instituciones de formaci n docente, seguros de su capacidad y autonom a para ejercer la labor pedag gica y transformarla en virtud de las necesidades hist ricas, sociales, culturales y pol ticas que surjan, y de igual manera, seguros de que la reflexi n es el camino para abordar otras maneras de pensar y hacer la relaci n pedag gica.